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La reanudación de muchas de las actividades productivas, luego de más de dos meses de paralización, no solo debe ser vista como una vuelta a la normalidad o la continuación de unos procesos y labores que quedaron en suspenso. Los hondureños debemos teneTomar impulso
La reanudación de muchas de las actividades productivas, luego de más de dos meses de paralización, no solo debe ser vista como una vuelta a la normalidad o la continuación de unos procesos y labores que quedaron en suspenso. Los hondureños debemos tener conciencia de que ha llegado el momento de recrearnos, de reinventarnos. No lo logramos después del Mitch, ni luego de una serie de eventos políticos; pero ahora no debemos dejar pasar la oportunidad que nos ofrece la historia para tomar impulso y lanzarnos a la construcción de un país más solidario, más comprometido, más consciente de los retos que el futuro nos impone. Unos retos que no son, para nada, exclusivamente económicos, sino también humanos, con la complejidad que este concepto contrae. Porque no solo hemos hecho un alto en el camino del desarrollo. Como a todas las naciones afectadas por la pandemia del Covid-19 nos tocará continuar desde un punto anterior al que ya estábamos. En distintos países se habla de caídas del PIB no menores al 3%, en algunos hasta del 8%. De ahí que la reapertura, además de toda la prudencia y responsabilidad que implicará, exigirá un esfuerzo mayor de todas las fuerzas económicas y sociales porque no solo habrá que dar pasos firmes, sino saltos, para llegar al umbral del progreso que todos deseamos atravesar. Esta circunstancia histórica debe ser un hito que marque un antes y un después. Porque Honduras no va a salir adelante solo con el trabajo de los empresarios, no importa el tamaño de su emprendimiento; que todo el que se dedica a producir algo ya es un empresario, ni solo con el sudor de los que empeñan su fuerza de trabajo en la industria o haciendo producir la tierra. El después de la emergencia sanitaria debe estar marcado por grandes pactos sociales, educativos, sanitarios. De ese después deben excluirse la confrontación política, el fomento del odio y de la desconfianza, los pleitos sempiternos entre hondureños que piensan distinto, pero que son, igualmente y, al fin y al cabo, tan hondureños los unos como los otros. Hace falta una fe común en el futuro, un sincero deseo de bienestar para todos, un caminar fraterno para tomar impulso juntos. Read more