Sueños robados
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A Sofía le detectaron el embarazo de casualidad. A fin de cuentas, ¿quién puede pensar que una niña de once años ya espera un hijo? Eso es gordura —le decían—, pero cuando su cuñada sospechó y la llevó al médico la conclusión no tardó en llegaSueños robados
A Sofía le detectaron el embarazo de casualidad. A fin de cuentas, ¿quién puede pensar que una niña de once años ya espera un hijo? Eso es gordura —le decían—, pero cuando su cuñada sospechó y la llevó al médico la conclusión no tardó en llegar: siete meses. A partir de allí se desató el caos. Aunque su madre reclamó una y mil veces, la doctora explicó que no era posible una interrupción. Read more