Nuestra leyenda
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Los tablones habían perdido la aspereza rústica y conservaban el húmedo frescor del monte. Fue lo que pensó cuando reclinó la cabeza sobre la mesa por unos minutos, solo en apariencia interminables. Sus pensamientos iban y venían como un torrente lejanNuestra leyenda
Los tablones habían perdido la aspereza rústica y conservaban el húmedo frescor del monte. Fue lo que pensó cuando reclinó la cabeza sobre la mesa por unos minutos, solo en apariencia interminables. Sus pensamientos iban y venían como un torrente lejano en el mar de la memoria, fluían y refluían como mareas indóciles en el sueño: sentía el olor de los azahares del naranjal al fondo de la casa en Birán (...). The post Nuestra leyenda first appeared on Cubadebate. Read more














