Aranceles impuestos por EEUU perjudican al mundo: la hegemonía unilateral no tiene futuro
Por: Niu Qingbao, embajador de China en Chile
En días recientes, Estados Unidos anunció la imposición de aranceles de al menos 10% a socios comerciales globales, denominados como «recíprocos». Esta medida viola gravemente los derechos legítimos de las naciones, infringe las normas de la Organización Mundial del Comercio, y socava el sistema de comercio multilateral basado en reglas, perturbando el orden económico global y aumentando los riesgos de recesión. La comunidad internacional, China incluida, ha expresado inmediato rechazo, con múltiples países implementando o preparando contramedidas.
Esta acción estadounidense contradice principios económicos básicos y normas de mercado, perjudicando a otros sin beneficiarse a sí mismo. El déficit comercial de EE.UU. es consecuencia inevitable del estatus internacional del dólar y su estructura interna de ahorro-consumo, no un problema de aranceles. Ignorando el hecho de ser el mayor beneficiario del comercio internacional y del crecimiento global hasta el día de hoy, Washington está pisoteando las reglas multilaterales, subvirtiendo el orden económico internacional y fracturando las cadenas productivas y de suministro globales. Países en desarrollo y economías más abiertas sufrirán mayores impactos, y las consecuencias contraproducentes finalmente recaerán sobre consumidores y fabricantes norteamericanos, quienes lo pagarán caro.
El uso de aranceles como arma de coerción máxima constituye un claro acoso económico. Bajo el pretexto de «reciprocidad» y «equidad», EE.UU. utiliza los aranceles como herramienta de presión para renegociaciones forzadas, buscando esencialmente la sumisión de otros países, imponiendo su «América Primero» sobre los intereses comunes y derechos legítimos de las naciones, e intentando así exprimir hasta la última gota a los países como si fueran toallas retorcidas. Esta lógica de «suma cero» socava el mismo sistema internacional que tanto ha beneficiado a EE.UU., y finalmente se volverá contra sus propios intereses.
La administración actual de EE.UU. muestra total desprecio por la credibilidad internacional, incluso con vecinos y aliados. No dudó en atacar a México y Canadá -sus socios más cercanos- usando a países latinoamericanos como chivos expiatorios en temas migratorios, narcotráfico y comercio. Numerosos ejemplos demuestran que la obsesión de esta administración es cosechar beneficios globales sin honrar compromisos, tal como señaló acertadamente Henry Kissinger: «Ser enemigo de Estados Unidos es peligroso, pero ser su aliado es mortal». Mientras El Economist definió la perfidia estadounidense de esta manera: «con esta administración en la Casa Blanca, dependencia sólo traerá maltrato».
China, como Chile, siempre es defensor del multilateralismo y del sistema de comercio internacional abierto, que en ningún caso cederá ante el unilateralismo y la coerción económica. Siendo la segunda economía mundial y segundo mercado de bienes de consumo, China mantendrá sus puertas cada vez más abiertas pese a los vaivenes internacionales, mientras no sucumbirá ante cualquier chantaje: ha implementado y continuará adoptando medidas contundentes para salvaguardar sus derechos legítimos.
La experiencia de la anterior guerra comercial ha demostrado la resiliencia de China -cuanta más presión recibe, más fuerte emerge-. Hoy, con una China más integrada en la economía global donde tiene múltiples socios estratégicos y amplio margen de maniobra, dañar a China resulta cada vez más difícil. Hay más: con una economía que está avanzando con pasos firmes y de futuro brillante y dinámico, China tiene mayor capacidad de respuesta y plena confianza en mantener un crecimiento estable y saludable, para compartir como siempre oportunidades y fortalecer una cooperación resiliente con todos sus socios, incluyendo a Chile.